LA CUENTA

Estoy en un museo provincial recorriendo pasillos y salas, demasiado pequeñas y estrechas tratándose de un museo. Es todo tan angosto que nos vamos tropezando con las obras. Jugamos a saltarnos las épocas antiguas y medievales y pasar directamente al barroco.  Aparto unos cortinajes para entrar en una sala  y me doy de bruces con una obra que justo está detrás sin apenas distancia. La rompo. A nuestro paso van destruyéndose o desapareciendo las obras, no sé si sólo las que no nos gustan. ¿A la salida me pedirán que pague la cuenta?